Francesc Mestre

Galerista y publicista. Ha dirigido varias galerías de arte como la Sala Adrià o la galería René Metras y, desde 2001, la galería Francesc Mestre Art. Ha sido marchante de Guinovart, Ràfols Casamada, Erwin Bechtold, Artigau o Serra de Rivera, entre otros.

AMIGOS DEL ARTE: MUSEO BERGGRUEN

AMIGOS DEL ARTE: MUSEO BERGGRUEN

“L’arrivée du chevalier” de Pablo Picasso

En agosto del año pasado viajé a Berlín, una ciudad rebosante de cultura. Pese a la brevedad de mi visita, tuve ocasión de visitar el Museo Berggruen, una opción altamente recomendable no sólo por su contenido, sino también por la ventaja adicional de no estar situada en la Isla de los Museos, lo que permite visitarlo de modo confortable sin tener que sufrir largas colas.

Conocí a Heinz Berggruen (Berlín 1914 – París 2007) a finales de los setenta en su galería de París, en la rue de l’Université; visitaba a menudo su local puesto que era especialista en grabados de Picasso, Chagall, Braque, Giacometti… y porque editaba cada año un catálogo con el listado de obras y precios que resultaba muy útil.

Lo que yo ignoraba es que también era un gran coleccionista de obras de arte. En 1936 huyó a los Estados Unidos, era judío, y fue allí donde inició su colección. Entró en París con las tropas americanas de liberación y se estableció en ella, donde trabó amistad con importantes artistas de las vanguardias históricas.

En 1995 el Ayuntamiento de Berlín le cedió un apartamento y él donó su colección a la ciudad, que la situó en un antiguo edificio muy digno y muy bien rehabilitado, cercano al palacio de Charlottenburg.

El conjunto de obras que contiene, complementa las colecciones de los museos de esta ciudad puesto que los nazis las habían despreciado al adjetivarlas como Arte degenerado.

Su generosidad nos permite disfrutar de obras de Cézanne, Braque, Chagall y Giacometti, unas veinte obras de Matisse, más de sesenta de Klee y más de un centenar de Picasso, lo que resulta una verdadera antológica de este artista.

La visita a este Museo, que recomiendo encarecidamente, me induce a compartir con mis lectores algunas reflexiones:

• En Europa, los países que sufrieron las guerras se han preocupado por corregir las carencias culturales que este drama les comportó.

• Para presentar una colección muy importante, no es preciso destinar un presupuesto desmesurado para encargar un edificio espectacular a un arquitecto estrella.

• Si el Sr. Berggruen hubiese optado por vender su colección en vez de donarla, probablemente lo habría hecho mediante subasta. En este caso, aunque algunas de las obras sin duda serían públicas gracias a fundaciones de países que protegen la adquisición de obras de arte (lo cual nos excluye), otras estarían en manos de especuladores o de algún nuevo rico de algún país emergente.

Esperemos que, de una vez por todas, se empiecen a corregir las grandes carencias de la política cultural que llevamos sufriendo demasiado tiempo.

Francesc Mestre Bas

Barcelona, mayo 2019

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