René Metras solía decir que para ser artista, es imprescindible poseer un ego notable, y la experiencia me ha demostrado a menudo el acierto de esta opinión. No obstante, existe un subgrupo de artistas que son la excepción a esta regla, ya que apenas son conocidos por el público y, dado que les tengo un gran afecto, me he propuesto ponerlos en valor.
Cuando paseamos por nuestras ciudades, a veces nos llaman la atención obras, que por su dimensión, plantean una gran complejidad técnica; si bien conocemos el autor que las firma, suponemos que habrá algún realizador que, sin su contribución, dichas obras no podrían existir.
Algunos son conocidos: así, Joan Miró, se valió de Josep Llorens Artigas para realizar los grandes murales, y posteriormente de su hijo Joan Gardy para el pavimento de las Ramblas barcelonesas o la conocida escultura Dona i ocell de la misma ciudad.
Si Miró pudo realizar una serie de tapices y otros trabajos textiles, fue porque contó con el talento y los conocimientos de Josep Royo, quien también ayudó a Antoni Tàpies en alguna incursión en esta técnica.
Pero otros, pasan despercibidos. Hoy quiero dedicar este artículo al escultor mataronés Pere Casanovas, quien merece ser reconocido como un genio absoluto, ya que ha posibilitado la realización técnica de muchas de las grandes esculturas públicas.
Sin sus conocimientos, dudo que pudiésemos disfrutar de obras como el Monument als Castellers o el David y Goliat de Antoni Llena; el Núvol i cadira y El mitjó de Antoni Tàpies; Al llibre de Josep Guinovart en el Institut francés de Barcelona, o las esculturas de Marcel Martí en Girona, por citar solamente algunos ejemplos; pero también aportó sus conocimientos a Oteiza, Plensa, Rebecca Horn, Miquel Navarro, Sergi Aguilar, Palzuelo…
Pero es que, encima, es un excelente escultor de sus propias obras, que realiza con plena libertad y, aunque ha realizado algunas exposiciones individuales, lo ha hecho con tanta discreción que casi han pasado desapercibidas.
Espero y deseo que pronto alguna institución pública o privada organice una retrospectiva que permita el conocimiento de su trabajo. Sus amigos lo agradeceremos y, para muchos, constituirá un descubrimiento.
Seguiré refiriéndome a otros “actores secundarios” del mundo del arte, a muchos de los cuales he tenido el placer de tratar, para agradecerles que, desde su humildad, podamos disfrutar de una maravillosa “filmografía”.
