Francesc Mestre

Galerista y publicista. Ha dirigido varias galerías de arte como la Sala Adrià o la galería René Metras y, desde 2001, la galería Francesc Mestre Art. Ha sido marchante de Guinovart, Ràfols Casamada, Erwin Bechtold, Artigau o Serra de Rivera, entre otros.

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“Llum de lluna” de Amalia Riera

A principios de los noventa del pasado siglo, Francesc Miralles recibió el encargo de un proyecto para el tan esperado Museo de Arte Contemporáneo, que aceptó con lógica ilusión. A los pocos días se le preguntó si ya había acabado su trabajo, a lo que respondió que era imposible realizarla en tan corto espacio de tiempo. La respuesta fue: aunque sólo sea un avance, puesto que la próxima semana viene a Barcelona Richard Meier y le vamos a encargar el edificio.

Como es natural, Miralles les dijo que las cosas no se hacían de esa manera, pero lo cierto es que el ilustre arquitecto recibió el encargo de diseñar un edificio sin ningún proyecto museográfico, y así disponemos hoy de una joya arquitectónica que puede servir para muchas cosas excepto para museo de arte.

Se nombró director a Daniel Giralt-Miracle (recientemente galardonado, con todo merecimiento, con la Medalla de Oro de la Ciudad), quien enseguida sufrió una cruel campaña para conseguir su defenestración. El cargo recayó entonces en Miquel Molins, quien pronto presentó también su dimisión.

Paralelamente, se contactó con Jean-Louis Froment, quien por aquel entonces era el director de uno de los museos de arte contemporáneo más “guays” del mundo mundial: el CAPC-MUSÉE DE BORDEAUX, quien recibió el encargo de elaborar el proyecto museográfico. Sus honorarios: un millón de francos franceses (unos veinticinco millones de pesetas). Su diagnóstico: puesto que no se disponía de suficientes fondos para crear un museo que ofreciese un recorrido por todo el arte del siglo XX, debía hacerse el museo del futuro, y proponía que el punto de partida fuese 1980.

Este programa dejaba en el limbo todo el arte que se había realizado entre 1940 (fecha límite del MNAC) y este 1980. Como no era de recibo prescindir de la creatividad del período de la dictadura, que comportaba la exclusión de al menos dos generaciones, se optó por prescindir del informe Froment y se decidió la compra de la colección Salvador Riera por un importe de pesetas dos mil millones a pagar en diez años para que el museo dispusiese de un fondo importante de Dau al Set, más algunas obras de las últimas vanguardias como Basquiat, Barceló, Pistoletto, Vostell…

En el conjunto había también obras de Manolo, J. Mercadé, Rusiñol, Casas, Anglada Camarasa, F. Domingo… así como una colección de vidrio Art Nouveau y Decó. Pero lo cierto es que no he conseguido encontrar la relación de todo el contenido de esta adquisición que ha sido cuestionada por diversas personas e instituciones.

En cuanto a Mr. Froment, he sabido pocas cosas más sobre su persona. Hace ya tiempo que dejó de ser el gran gurú del “arte muy moderno”. En invierno de 1995-96, un dictamen de la Chambre regionale de comptes contenía una condena contra él, el alcalde, el presidente de la asociación CAPC y el tesorero, por “gastos excesivos justificados insuficientemente”.

Francesc Mestre Bas

Barcelona, noviembre 2019

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