Josep Roca-Sastre. “Composición”, pintura, 46 x 67 cm.
Hace unos días tuvo lugar en el Ateneo barcelonés un acto de homenaje a Josep Roca-Sastre i Muncunill (Terrassa 1928 – Barcelona 1997) con motivo del 25 aniversario de su muerte. El acto consistió en una mesa redonda, moderada por Bernat Puigdollers, con Mireia Freixa, Àlex Mitrani y yo mismo. La podéis ver en el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=XtNtwiC8R-0&t=10s
La personalidad de Josep Roca-Sastre me resulta especialmente interesante. Tuve la suerte de conocerle y tratarle personalmente, aunque menos de lo que me hubiera gustado. Era un hombre abierto, empático, muy culto y con sentido del humor. Me llamó mucho la atención la sencillez con la que supo sobreponerse al hecho de ser hijo de una personalidad de gran dimensión. Su padre era para el mundo del derecho lo que Pau Casals fue para el de la música o el Dr. Trueta para el de la medicina.
El peso de ser hijo de un mito no siempre ayuda e incluso puede llegar a ser un hándicap. Si te dedicas a la profesión del padre, su sombra te persigue. Lo sufrieron Alfred Opisso y Ricard Urgell, muy buenos artistas injustamente comparados con sus respectivos padres. Otros, como Jean Renoir, Mariano Fortuny y Madrazo o Josep Roca-Sastre sobresalieron en el cine, la moda y el arte plástico sin competir con la leyenda de sus progenitores.
Josep se licenció en derecho en 1951, pero nunca ejerció. Compañeros suyos de carrera me decían que se pasaba las clases dibujando porque tenía muy clara su vocación de artista. Por eso se inscribió en la academia de Ramon Rogent, donde aprendió el oficio dibujando al natural de forma disciplinada. También pasó por la academia «La Grande Chaumière» de Montparnasse. Obtuvo en 1958 el primer premio de “La Jeune Peinture” de la Galería Drouaut de París. Seguro que habría podido hacer una brillante carrera en la “Ville Lumière”.
Con René Métras habíamos comentado en varias ocasiones lo que nos gustaría organizar una exposición de Josep Roca-Sastre en su galería. Creíamos que el espacio de la Métras facilitaría que la visión de la obra permitiera seguir un itinerario, mientras que la estructura física de la Sala Parés ofrece una visión nítida, que excluye el factor sorpresa ya que ofrece un único impacto visual.