Pablo Picasso. “Paz en Vietnam”, litografía, 56 x 76 cm.
Recuerdo con nostalgia que en los años 70 y 80 del siglo pasado se podían visitar los museos más famosos y las exposiciones de los grandes artistas sin tener que hacer colas. Hoy, en cambio, es necesario realizar una reserva previa y comprar la entrada, especificando el día y la hora.
Es bueno que exista un interés por conocer nuestro patrimonio artístico. Me gusta especialmente cuando veo a niños con sus maestros y progenitores de visita en museos y galerías de arte.
Los presupuestos generales del Estado destinan a Cultura 1.589,33 millones de euros, de los cuales 196,32 millones son para los museos. Al MNAC y al MACBA les toca un 2,07%. Mientras, el mercado del arte va languideciendo debido a la dejadez de las instituciones que ponen al frente de cultura a los políticos que no saben dónde colocar.
Estos días ha tenido lugar en Madrid la reunión de los jefes de estado y gobierno para tomar decisiones respecto a la OTAN. España lo ha aprovechado para intentar mejorar su maltrecha imagen exhibiendo cultura y lo ha hecho abriendo dos museos de la capital para los ilustres visitantes, que han podido visitar el Museo del Prado, donde hemos visto a Boris Johnson, personaje de vasta cultura y escasa ética, ejerciendo de Cicerone.
Las parejas han sido separadas y han visitado el Museo de Arte Reina Sofía, donde se han retratado frente al Guernica, una pintura destinada al Pabellón de la República para denunciar la guerra. Una guerra que era el motivo de ese magno encuentro y que concluyó con acuerdos por aumentos multimillonarios en armamento.
Y no he podido evitar recordar que tanto Goya (el del Prado) como Picasso (el del Reina Sofía), y muchos otros, murieron en el exilio.