Francesc Mestre

Galerista y publicista. Ha dirigido varias galerías de arte como la Sala Adrià o la galería René Metras y, desde 2001, la galería Francesc Mestre Art. Ha sido marchante de Guinovart, Ràfols Casamada, Erwin Bechtold, Artigau o Serra de Rivera, entre otros.

REFLEXIONES SOBRE EL MNAC

REFLEXIONES SOBRE EL MNAC

“La casa del poeta” de Jaume Perich

El MNAC es, sin duda, uno de los grandes museos del mundo; sus colecciones de arte románico y gótico le situan como una visita obligada. Sin embargo, algunos aspectos creo que que merecen una reflexión.

La sede donde se ubica, el Palau Nacional de Montjuïc, se construyó para la Exposición Universal de 1929. La idea del arquitecto Puig i Cadafalch era que fuese el Palacio de la Luz, pero el advenimiento de la dictadura de Primo de Rivera provocó el despido de este arquitecto y la sustitución de su proyecto por otro de Eugenio Cendoya y Enric Catà. Ya en 1934 se hicieron las primeras obras de rehabilitación para aprovecharlo como sede del Museu d’Art de Catalunya.

A parte del interés que pueda tener la historia de este edificio, lo que me mueve a escribir este texto son unas consideraciones que deseo compartir con los lectores:

1- En mi opinión, fue un error elegir este lugar como sede del MNAC. Los museos de referencia suelen estar en el centro de las ciudades, como El Prado, el Louvre, el Metropolitan, el British…

2- El Palau Nacional es un edificio con escaso interés arquitectónico, una especie de mini-vaticano. Su importancia reside en las artes decorativas que, bajo la dirección del coleccionista Lluís Plandiura, realizaron grandes artistas novecentistas: Josep Obiols, Ricard Canals, Francesc d’A. Galí, Xavier Nogués, Josep de Togores, Manuel Humbert, Joan Colom, Francesc Labarta y los escultores Josep Dunyat, Enric Casanovas, Frederic Marés y Josep Llimona.

3- Pese a todo, dos elementos arquitectónicos eran destacables: la gran escalinata y la sala oval.

4- Pero se cometió el error de encargar el proyecto de remodelación a la Sra. Gae Aulenti ,quien había realizado la adaptación del Musée d’Orsay que, pese a partir de un proyecto museográfico serio, quiso dejar patente su impronta con una ornamentación literalmente faraónica.

5- La arquitecta estrella manifestó enseguida dos obsesiones: cargarse la escalinata y crear un lago artificial sobre el cual debían instalarse las ábsides románicas con sus pinturas murales, el gran enemigo de las cuales es sin duda la humedad. Costó mucho hacerle desistir de tan peregrina idea.

6- Las obras para adaptar el espacio existente al necesario tuvieron un coste desmesurado, puesto que el Palau, en origen, era una obra efímera y de dimensiones insuficientes.

7- Para culminar los despropósitos, el Sr. Antoni Tàpies pretendía ocupar la Sala Oval con su obra “El mitjó”. Se trataba de una construcción de dieciocho metros de altura en forma de un calcetín agujereado a cuyo interior pudiesen acceder los visitantes para que, según el propio Marqués de Tàpies, “el interior de un humilde calcetín propusiese la meditación y representase la importancia en el orden cósmico de las cosas pequeñas”.

Francesc Mestre Bas

Barcelona, enero 2020

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